despedida 🕊️

siempre pensé
que tú marcha sería estruendosa:
mi casa sería tormenta,
mis manos estarían llenas de arena,
no volvería a tener rincón habitable
que no doliese en ausencia

pero tú marcha
sólo trajo silencio
y un alivio en los hombros,

este silencio,
tal vez solo roto
por un estruendo suspiro en la pared
y el aleteo de los pájaros en la ventana,
es lo que me queda
de todo el ruido que ocasionaste

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me hice pequeña para que no me vieras
y ahora nadie me consigue ver
Sigo poniéndome de puntillas
para llegar a donde estás.
Y nunca llego
porque siempre te marchas antes
sin mirar atrás

giras las esquinas
como si no quisieras
que te siguieran
¿es verdad?

no sé qué quieres
que haga
si irme o quedarme
o seguir en este zigzag

ya no te conozco
porque ahora te muestras
y a mí solo me enseñaste
las sombras
y las palabras no dichas

me duele mucho el cuerpo
por la ansiedad,
sigo haciéndome pequeña
y no duermo bien por las noches

Pero nada de eso me preocupa
sólo me importa
mantenerme en zigzag
para que me sigas queriendo
en el equilibrio
que aún crees que existe
no es verdad

mi amor debería ser algo
que celebrarse
con confetti y purpurina
a todo color

pero tú me quisiste en la sombra
y mi amor no se celebra,
solo se acepta

Hogar

estoy re-habitando mi casa
limpiando el polvo
haciendo las paces
con los fantasmas

ya no miro
la tele vacía,
de vez en cuando leo,
a veces me tumbo con Elías
bocarriba,
riego las plantas,
estoy volviendo a escribir poesía.

ya no camino
de puntillas
(por si despierto a La Bestia )
ella y yo ahora nos llevamos bien,
me ayuda a limpiar la casa,
me abraza en las pesadillas.

ya no hay música
para llenar el vacío:
a veces está el tarareo de Ella,
o la patitas de Elías;
a veces simplemente el silencio
pidiéndome que lo respete
y le haga hueco.

ya no le tengo miedo
a ese agujero feo en el techo,
ni a los fogones nuevos,
ni al frío del baño,
ni a la cama vacía.

ahora me desparramo entera,
me repito que siempre fue mía,
que soy lo suficientemente grande
cómo para ocupar cada espacio
vacío
que alguien abandonó.


ya no comparto lo que escribo 

porque nunca escribo:

mis dedos relampaguean sobre teclas

con versos ácidos y crueles,

mi brazo derecho entumecido,

mis dientes rígidos,

el dolor en la mandíbula 

de otra noche de mordiscos.

eso no es escribir

-me maldigo-

creo monstruos

tumbada en mi cama

cada domingo.

escribir libera,

me seca los ojos y

me acaricia la espalda

pero estas palabras

disparan contra el papel

dejando huella en la madera,

se quedan en mi piso,

me destrozan la trinchera.

no reconozco

el idioma en el que pienso,

lleno de letras invertidas

y de rostros difuminados

que me enseñan los dientes.

esto no es escribir

es transcribir un error 

de conciencia

-no quiero que cobre forma

más allá de mi cabeza-

pero

las palabras siguen disparándose 

ágiles y nada sinceras.

me creo sus mentiras

y lo llamo poema,

necesito sentir que 

vuelvo a ser la que era

pero ya nada es igual:

no volverá el cereza,

el aleatorio seguirá vacío 

sin nuestra mesa,

no habrá botellines abiertos

en el maloka,

los ojos que me miran

ya no se interesan por las letras

ya no escribo 

porque dejé de entender

mi idioma

y uso las palabras

para crear pesadillas

derribe y reconstrucción

yo no quería
estar aquí
escribiendo y
escuchando tu respiración
en la cama
-esa en la que ya no
puedo estar sin sangrar-

me duelen las muelas
de apretar los dientes
para que no me escuches llorar.
ahora entiendo el concepto
de mar de lágrimas:
un océano nos separa
a ti
y a mí

no entiendo
hacia dónde miran tus ojos,
a quién acarician tus manos
cuando dices mi nombre
y tu boca se desvía
hacia otro lado.

soy una naúfraga
en este mar
de perdón y olvidos,
otra vez me toca
buscar(te) en la orilla
o dejarme hundir.

no riman mis versos,
me tiemblan las manos,
el reloj de mi conciencia
me golpea con fuerza
en el corazón

noches de arañazos

tengo la piel
en carne viva:
me he arrancado un pedazo
por cada mentira.

sentí que me amabas
cuando nada veía,
sentí que estabas aquí
cuando yo estaba ida.

ahora no hay nada
más que esta monotonía,
de odiarse a un misma
y creerse distinta

a todos esos
que te rasgan de noche
y te sonríen de día,
que te besan heridas
de sus propias astillas

distorsiones

¿Qué hay en el límite de tu conciencia que tanto me aterra? ¿En quién piensas cuando el alcohol te puede, cuando el insomnio te puede? ¿A quién escribes entonces? ¿Es a mí? Si tú y yo nos alejamos, ¿me convertirás entonces en motivo eterno de tu pena? ¿Es la única manera de que me pienses, de que me escribas, de que me recuerdes?. Yo nunca quiero a medias, pero siempre soy la que termina con el corazón en dos

cuaderno rojo

08/04/2020

Siempre sospeché que pensabas en mí para hacerte daño, hay gente que no sabe relacionarse con el mundo si no es a través del dolor. Sé que pensabas en mí cuando yo aún no te conocía, cuando ni te había visto, cuando tú sólo eras una anécdota en la boca de mi pareja de entonces. Colocarme en el centro de una situación que no era mía, colocarme una responsabilidad sobre el conflicto ajeno, te permitía no tener que asumir tu propio papel. Lo hiciste al principio, y lo repetiste años después. No te estoy escribiendo porque quiera darte una importancia que no tienes, pero cuando pienso en él irremediablemente tengo que pensar en ti. Sé que piensas que yo le di la razón, que me puse de su lado por mi irremediable maldad y que por eso terminamos viéndonos. Te gusta pensarlo, para encontrar un sentido a tu odio. Pero en el fondo sabes que eso no es verdad, que yo cuando he tenido que posicionarme lo he hecho. Lo cierto es que yo nunca supe lo que estaba ocurriendo porque él se aseguró de ello, pero eso a ti no te conviene pensarlo. Sé que te molesta saber que nosotros ya hablábamos desde mucho antes de que os rompieseis, que había una falsa cordialidad por su parte, porque eso nos sitúa a las dos en el mismo punto. Nos gusta pensarnos como distintas, porque empatizar es un esfuerzo político que no queremos hacer. […]